La hidroterapia se basa en el uso del agua como medio en el que se realiza el tratamiento. En el caso de los pacientes con lesión medular, esto juega un papel muy importante por los beneficios que esta ofrece durante la sesión:
Facilita el movimiento: gracias a las propiedades del agua permite hacer el movimiento de manera más sencilla.
Ejercicios de fuerza y resistencia (cardiorrespiratorio): se pueden llevar a cabo ejercicios que fuera del agua serían más difíciles de ejecutar, llegando a entrenar tanto la musculatura como la capacidad aeróbica de los pacientes. Concretamente, el agua proporciona un ambiente idóneo para el trabajo de la musculatura respiratoria, ya que favorece las espiraciones y opone resistencia durante las inspiraciones.
Regula el tono (espasticidad) y relajación general: uno de los efectos más probados es la disminución de la espasticidad tras este tipo de tratamientos. Además, gracias a la sensación de seguridad que aporta el entorno acuático, los paciente tienden a relajarse de forma general dejando una sensación muy agradable.
La hidroterapia se basa en tres principios físicos que condicionan el efecto del agua sobre el paciente:
Temperatura: entre 31º y 33º es lo ideal para inducir la relajación de la musculatura sin generar una vasodilatación excesiva, bajada de tensión, etc.
Densidad: genera una micro-gravedad que permite el movimiento de una manera más sencilla y ligera.
Viscosidad: genera una resistencia al movimiento que da lugar a una lentitud durante los ejercicios que favorece el aprendizaje y el control motor.
En la mayor parte de los parámetros valorados en los estudios acerca de este tipo de tratamiento no se encuentran diferencias en comparación con los efectos
que producen otro tipo de tratamientos. Por ello, es una herramienta más a utilizar dentro del abordaje de la lesión medular, que tiene los mismos o más efectos que otras técnicas.
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